Obesidad: Aspectos Psicológicos | Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés – SEAS

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El psicólogo experto en comportamiento alimentario te ayudará a actuar sobre las distintas causas y consecuencias de la enfermedad, haciendo hincapié en:

 

– Potenciar la motivación y generar hábitos saludables de alimentación y ejercicio que sean sostenibles.

– Controlar la ansiedad para que no se produzcan atracones.

– Estabilizar, en caso necesario, tu estado de ánimo (depresión, tristeza).

– Desarrollar habilidades sociales.

– Enseñar técnicas de resolución de problemas.

– Favorecer tu autocontrol.

– Manejar la insatisfacción corporal.

– Aumentar tu autoestima, tu autoconcepto, tus expectativas de autoeficacia y logro (sentir que eres capaz).

– Manejar la culpa y la vergüenza en caso necesario.

Antonio Cano-Vindel‘s insight:

Obesidad. Decálogo de recomendaciones psicológicas

 

1. En la obesidad intervienen factores genéticos, metabólicos, psicológicos y sociales. No es solo una cuestión de voluntad. No te juzgues por ello, toma conciencia de tu problema y afróntalo.

 

2. Sigue el plan nutricional recomendado por tu médico. Las dietas restrictivas continuadas tienen efecto rebote. Plantearse objetivos exigentes en poco tiempo no es eficaz. 

3. Muévete. Realiza algún ejercicio físico que te agrade con regularidad y lleva una vida diaria activa.

4. Puedes aprender a regular el estrés y tus emociones, ya sean positivas o negativas, consigue diferenciarlas de la comida. Algunas emociones como la ansiedad, la tristeza o la ira, si son intensas, pueden llevarte a una sobreingesta descontrolada en poco tiempo (atracones) o a comer constantemente.

 

5. Estar centrado o preocuparse demasiado por la comida y por tu silueta genera conflictos con tu imagen corporal y falta de confianza. Ocúpate en lugar de preocuparte. Genera nuevos hábitos saludables de alimentación, que puedas mantener siempre, en lugar de seguir dietas para adelgazar que sólo puedes mantener durante algún  tiempo

6. Intentar repetidamente disminuir el peso sin éxito puede hacerte pensar que no lo conseguirás y podría afectarte y sentir que no tienes control en otros ámbitos de la vida.

 

7. Aprende a gestionar tus objetivos. Es fundamental cambiar la dieta y aprender a consolidar los cambios conseguidos. Haz un seguimiento con los expertos en el tema.

 

8. Acepta que tu problema tiene solución, sé sincero contigo mismo en lugar de engañarte. Si resuelves tus problemas emocionales y aprendes a tener fuerza de voluntad lo conseguirás.

 

9. El apoyo de tu familia y amigos es importante, expresa y comparte tus dificultades y pídeles ayuda.

 

10. El médico, el psicólogo y el especialista en nutrición son los profesionales fundamentales para el tratamiento de la obesidad.

 

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Diabetes: Aspectos Psicológicos | Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés – SEAS

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Recomendaciones psicológicas para el paciente con diabetes

 

La diabetes o aumento del azúcar en la sangre, es una enfermedad crónica que aparece cuando el páncreas no produce insulina suficiente o cuando el organismo no utiliza eficazmente la que produce. La insulina es una hormona que regula el azúcar en la sangre (OMS, 2012).

Para el diagnóstico de diabetes se realizan varias pruebas y exámenes médicos (análisis de sangre, orina, sobrecarga oral de glucosa). Los datos indican lo siguiente:

> 125 mg/dl. Diagnóstico diabetes tipo 2
110-125 mg/dl. Prediabetes (riesgo de desarrollar diabetes tipo 2)
< 109 mg/dl. Sin riesgo

Los efectos de no controlar la hiperglucemia (aumento del azúcar en la sangre), son que con el tiempo daña gravemente muchos órganos, nervios y vasos sanguíneos, provoca otras enfermedades: cardiovasculares, neuropatía (hormigueo, dolor, entumecimiento o debilidad en los pies y las manos), retinopatía (afección ocular que puede conducir a la ceguera), nefropatía (enfermedad del riñón), riesgo de Alzheimer y cáncer.

Antonio Cano-Vindel‘s insight:

 Tríptico

Diabetes

Decálogo de recomendaciones psicológicas

 

Ante el diagnóstico de diabetes, infórmate o actúa de manera activa para afrontar tu enfermedad, con tu médico, asociaciones de diabetes o lecturas especializadas. Resuelve tus dudas con tu médico. Existen creencias erróneas tales como: (1) si tengo poco azúcar no soy diabético, (2) como no me pongo insulina no soy diabético, (3) de los alimentos para diabéticos puedo comer de todo, (4) si me pongo insulina puedo comer de todo, etc.Sigue una dieta saludable, equilibrada, variada, ordenada y suficiente, de forma habitual. Lo ideal: comer con control. Consulta a tu especialista si tienes dudas.Controla tu peso. El exceso de peso empeora el curso de la diabetes y acarrea otras enfermedades como hipertensión.Muévete. Realiza algún ejercicio físico que te agrade con regularidad y lleva una vida diaria activa. Está demostrado que caminar 30-40 minutos es beneficioso.Evita el consumo de tabaco ya que minimizas el riesgo de sufrir complicaciones. El hábito de fumar es el principal factor de riesgo evitable.Implícate en tu autocuidado, manteniendo los niveles adecuados de glucosa, pues incrementarás tu esperanza de vida.Un estado de ánimo estable y adecuado minimiza las posibilidades de que aparezcan más complicaciones.La ansiedad, tristeza y otras emociones negativas pueden provocar un peor control del nivel de glucosa.A veces, enfermedades como la diabetes pueden producir alteraciones temporales en nuestro deseo sexual. El apoyo psicológico puede ayudarte a afrontar y actuar sobre tu problema.Aprende a aceptar tu diabetes. Expresa cómo te sientes. Apóyate en tu familia, pareja y amigos. Es una buena forma de afrontar tu enfermedad. Si no puedes tú solo, si te sientes mal, el psicólogo especialista te puede ayudar.

Consejos prácticos para mejorar tu calidad de vida

 

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El tratamiento de la fobia a volar: exposición a los síntomas o exposición para reducir los síntomas

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Extracto del artículo: Dongil, E. y Wood, C. (2009). El tratamiento de la fobia a volar. Boletín de la SEAS, 30, 10-24.

Tradicionalmente el tratamiento de la fobia específica se ha basado en las teorías conductistas que han propuesto la exposición a los estímulos temidos como el método de elección más eficaz para el tratamiento de este tipo de fobias (Capafons, 2001), ya que permite que el individuo se exponga poco a poco al estímulo o estímulos que teme y compruebe que las consecuencias catastróficas que espera no se producen, rompiéndose así la asociación entre el estímulo fóbico y la respuesta de miedo (Foa & Kozak, 1986; Marks, 1987).

En los casos en los que el mero hecho de pensar, ver imágenes, o hablar del estímulo fóbico, produce síntomas elevados de ansiedad, la exposición jerarquizada en imaginación se ha mostrado como una alternativa eficaz previa a la exposición in vivo (Kase & Ledly, 2007).

En los últimos años se está introduciendo la aplicación de la realidad virtual para el tratamiento de algunas fobias, como paso intermedio entre la exposición imaginada y la exposición real o in vivo, aunque todavía no existen resultados concluyentes sobre la eficacia de la realidad virtual frente a otro tipo de técnicas (Maltby, Kirsch, Mayers, & Allen, 2002).

El propósito de este artículo no es realizar una revisión exhaustiva sobre la literatura científica relacionada con la eficacia de las distintas técnicas existentes para el tratamiento de la fobia específica o del tratamiento de la fobia a volar, sino dar a conocer un modelo de tratamiento más actual que la exposición (tal y como se está practicando) y que está demostrando ser altamente eficaz frente a ésta y otras técnicas en el tratamiento no sólo de las fobias sino de otros trastornos de ansiedad.

En el caso de la fobia a volar, el tratamiento que se viene utilizando en la práctica clínica habitual se inicia con un análisis funcional clásico basado en dos modelos del aprendizaje emocional: el condicionamiento clásico y el condicionamiento operante. Pero ya en la década de los sesenta del siglo pasado se vio que la respuesta emocional, tanto normal como patológica, no puede ser explicada sólo desde esta perspectiva (Brewin, 1988).

 

Artículo completo en: http://ow.ly/x6TeH ;

 

El modelo de tratamiento que estamos cuestionando no tiene en cuenta que la ansiedad está provocada por lo que pensamos, que la ansiedad se produce en gran medida de acuerdo con los procesos cognitivos que desarrollemos; por ejemplo, si nosotros ponemos la atención en el problema, aumenta la ansiedad, si interpretamos ese problema como un problema mucho mayor, como una verdadera catástrofe, se incrementa la ansiedad. Pero en el tratamiento que criticamos, cuando el individuo está haciendo exposición, si lo que le pedimos es que ponga su atención en el problema y esa persona sigue pensando que realmente le va a suceder algo terrible, ¿por qué la exposición va a parar la ansiedad justo a las dos horas y media?

Antonio Cano-Vindel‘s insight:

Para concluir, una intervención cognitivo-conductual de los problemas de ansiedad como la que estamos criticando, que consista en exponer al paciente a sus pensamientos catastróficos anticipatorios como “me va a dar un infarto” o “¿y si nos estrellamos?, etc., para conseguir que disminuya su ansiedad por el paso del tiempo, es contrario a la evidencia científica actual. Como se ha comentado anteriormente, los estudios de la psicología cognitiva experimental nos demuestran que las reacciones de ansiedad están relacionadas directamente con la atención que prestamos a los estímulos emocionales (MacLeod & Mathews, 1988), de manera que cuando prestemos atención a estímulos emocionales se producirá más ansiedad (cuanta más atención, más ansiedad).  De acuerdo con este modelo, entonces, viajar en avión pensando constantemente que el avión se va a estrellar, es la mejor forma de producir ansiedad.

Si estamos produciendo ansiedad, eso no puede ser terapéutico. Esta receta de “primero producimos ansiedad y a las dos horas y media la ansiedad se esfumará”, no se sostiene de ninguna manera. No hay evidencia científica que demuestre que una persona que esté sometida a la exposición de una situación temida, vaya a disminuir su ansiedad justamente a las dos horas y media, o a partir de un tiempo determinado (e.g., 24 horas como refleja el estudio de Michelson, Marchione, & Greenwald, 1996), no se conoce ninguna evidencia científica a favor de esta afirmación. Por el contrario, sí existe evidencia científica sobre experiencias en las cuales sometiendo a exposición a pacientes durante tiempos superiores a cuatro horas, el paciente sigue teniendo ansiedad, la ansiedad no remite, resulta desesperante y angustioso para esa persona estar teniendo más y más ansiedad. Otras veces, como se ha comentado anteriormente, la exposición puede terminar produciendo sensibilización, es decir un aumento de la ansiedad.

Mientras que si nosotros sabemos que la ansiedad depende del sesgo atencional y del sesgo interpretativo y sabemos que los individuos que tienen miedo dentro del avión están desarrollando sesgo atencional y sesgo interpretativo, entonces parece obvio que si queremos curar a esos individuos, tendremos que reducir su sesgo atencional y su sesgo interpretativo, no justo al contrario. Por lo tanto, lo que tenemos que hacer, es conseguir que esas personas en lugar de estar pensando todo el tiempo en que va a haber un accidente, pongan su atención en otras cosas y cada vez vayan teniendo más convicción de que se puede estar en el avión sin pensar que se va a caer, con un nivel de ansiedad cada vez más bajo y confiando además, en la baja tasa de accidentalidad de los aviones.

 

Artículo completo: http://ow.ly/x6TeH&nbsp;

 

Dongil, E. y Wood, C. (2009). El tratamiento de la fobia a volar. Boletín de la SEAS, 30, 10-24.

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“No existe apoyo científico para el tratamiento de los problemas de ansiedad con tranquilizantes” – Entrevista a Antonio Cano Vindel

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La situación actual de crisis económica ha agravado notablemente la prevalencia de los problemas de ansiedad y depresión en la población y se estima que en el año 2020 serán la primera causa de discapacidad en el mundo. La necesidad de dar una respuesta eficaz a esta creciente demanda desde el sistema sanitario público se ha convertido en una de las tareas pendientes de nuestro país.

Para explicarnos el estado actual de la cuestión y las implicaciones del abordaje farmacológico y psicológico de estos problemas, Infocop Online ha entrevistado a Antonio Cano Vindel, catedrático de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y Presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS).

 

Antonio Cano-Vindel‘s insight:

ENTREVISTA

Tal y como recogen diversos medios estos días, los problemas de ansiedad y depresión constituyen uno de los principales motivos de consulta en Atención Primaria. Como experto en el área, ¿cuál es el tratamiento de primera elección que recomiendan las guías clínicas basadas en la evidencia científica para estos problemas?

 

Efectivamente estos desórdenes emocionales son los trastornos mentales con mayor prevalencia en la población y son muy frecuentes en las consultas de Atención Primaria (AP). En España, con entrevista diagnóstica clínica, el 18,5% de los pacientes de AP presenta algún trastorno de ansiedad y el 13,4% un trastorno depresivo; mientras que si se utiliza una prueba de cribado basada en el método de autoinforme, estas cifras alcanzan el 25,6% y el 35,8%, respectivamente.

 

Como es sabido un elevado porcentaje de los pacientes con trastornos de ansiedad y del estado de ánimo no recibe tratamiento alguno y para los casos tratados, la gran mayoría sigue tratamiento farmacológico, con el que sólo uno de cada tres recibe un tratamiento mínimamente adecuado a la evidencia científica. Así, en nuestro país para los trastornos de ansiedad sólo el 0,9% de los pacientes con alguno de estos trastornos recibe tratamiento psicológico (que es el que goza de mayor evidencia para estos desórdenes), un 27,1% tratamiento psicológico y farmacológico, mientras que un 33% recibe tratamiento exclusivamente farmacológico y el 39% no recibe ningún tratamiento.

 

El primer problema que vemos es el elevado número de casos no tratados, muchas veces por falta de información del paciente (que puede no demandar tratamiento porque no sabe qué le pasa), así como por la falta de reconocimiento del trastorno por parte del médico de AP, cuando el paciente acude a este servicio. Así, el porcentaje de personas con depresión correctamente diagnosticadas en AP alcanza tan sólo el 22% y únicamente un cuarto de los casos diagnosticados como depresivos son "casos reales". Véase Cano-Vindel, Salguero, Wood, Dongil y Latorre (2012).

 

El segundo problema es que un 16% de la población consume psicofármacos en el último año. En muchos casos elconsumo se vuelve crónico e incluso se genera una dependencia sin que el o los trastornos de ansiedad y/o depresión hayan remitido, a pesar de los psicofármacos, a pesar del tratamiento biológico. El caso más claro es el consumo de tranquilizantes para el tratamiento de los trastornos de ansiedad. El 11,4% de la población española ha consumido este tipo de fármacos en el último año, a pesar del escaso apoyo empírico a favor del tratamiento de los trastornos de ansiedad con este tipo de fármacos. Véase Cano-Vindel, Dongil-Collado y Wood (2011) para una actualización sobre el tratamiento de los trastornos de ansiedad.

 

De acuerdo con la evidencia científica, la etiología de los trastornos de salud mental comunes (trastornos de ansiedad y trastornos del estado de ánimo) es multifactorial e implica factores psicológicos, sociales y biológicos. Si el origen no es exclusivamente biológico, ¿por qué el tratamiento debería serlo? Muchos de estos trastornos mentales comunes tienen etiologías similares e incluso desde hace más de una década el enfoque transdiagnóstico considera que el tratamiento de los mismos puede abordarse en grupo, sin diferenciar categorías diagnósticas entre ellos, debido a la gran comunalidad de técnicas y principios existente en el abordaje de los mismos. Las técnicas más eficaces para el tratamiento de todos estos desórdenes se basan en el entrenamiento, en el aprendizaje, con técnicas cognitivo-conductuales dirigidas a revertir el aprendizaje inicial que está en la base de la psicopatología. La mayoría de las personas desarrollan estos trastornos en la infancia o en los inicios de la edad adulta, aunque pueden verse afectadas en cualquier momento de la vida. Por lo tanto, cabe pensar que si se llevara a cabo una intervención temprana con técnicas eficaces se reduciría enormemente el problema de las consecuencias negativas (disfunción, gasto, pérdida de calidad de vida, etc.). Véase Cano-Vindel (2011a).

 

¿Por qué sabemos que el tratamiento de primera elección para estos trastornos consiste en el entrenamiento con técnicas cognitivo-conductuales y no las farmacológicas? Para estar seguros es necesario revisar sistemáticamente las publicaciones científicas. Es decir, principalmente revistas de calidad que utilicen el sistema de revisión de artículos originales por expertos anónimos. La revisión sistemática implica seguir un orden predefinido, lógico y explícito. Las revistas de calidad apenas publican revisiones descriptivas (no sistemáticas) porque generalmente tienen importantes sesgos de selección de los materiales publicados y no utilizan criterios de calidad metodológica para asignar más o menos relevancia a las conclusiones de los estudios. Para ahorrar a los profesionales el trabajo de revisar las principales bases de datos de calidad (que seleccionan a las mejores revistas), siguiendo un método sistemático, analizar críticamente el valor de cada investigación según su rigor metodológico, y resumir el estado de conocimientos sobre la eficacia y eficiencia (mejor relación coste-eficacia) de las técnicas, existen las Guías de la Práctica Clínica, que hacen toda esta labor reuniendo a un grupo de expertos. No todas las guías tienen la misma calidad, pero nadie duda de las elaboradas por el NICE (National Institute for Health and Clinical Excellence) del Reino Unido.

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Entrevista en Recull (COP-CV): Dra. Esperanza Dongil, docente UCV y coordinadora de Comisión SEAS sobre Trauma. Nuevo tratamiento de los trastornos de ansiedad

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A mi juicio el mayor reto en el tratamiento del trastorno de pánico, así como de otros trastornos de ansiedad y otros desordenes emocionales, es convencer a los psicólogos de que deben actualizar sus conocimientos. A día de hoy los trastornos de ansiedad ya no se tratan únicamente mediante técnicas conductuales como la exposición o mediante técnicas cognitivas como la terapia racional emotiva, donde a través de un debate socrático paciente y terapeuta trabajan juntos en la búsqueda de evidencias a favor o en contra de sus creencias desadaptadas, con el fin de someterlas a prueba y crear una mentalidad científica en el paciente. Este tipo de reestructuración cognitiva que solo incluye cuestiones tales como ¿Por qué es tan horrible que te suceda lo que temes? ¿Por qué no te debería ocurrir? o ¿Qué pruebas tienes de que te va suceder tal o cual cosa?, a día de hoy han sido superadas. Tampoco tiene mucho sentido continuar explicando el comportamiento humano mediante un análisis funcional de la conducta basado solo en dos modelos: el modelo del condicionamiento clásico para explicar el origen del trastorno de ansiedad y el modelo del condicionamiento operante para explicar el mantenimiento. Esto no está apoyado por la investigación, que ha avanzado mucho desde que se publicó este modelo, hace 65 años. 

 

http://ow.ly/wH53B  

Antonio Cano-Vindel‘s insight:

Una nueva intervención psicológica sobre los trastornos de ansiedad. El modelo de los Cuatro Factores de la Ansiedad, basado en los sesgos cognitivos (Eysenck & Eysenck, 2007) surgió dentro de la psicología cognitiva experimental y fue desarrollado a principios de la década de los noventa por Michael W. Eysenck, a partir de los resultados de la investigación experimental sobre procesamiento de la información y sesgos cognitivos. Este modelo ha encontrado una forma adicional de explicar el comportamiento emocional, al recurrir a variables cognitivas como el sesgo atencional que estaban vedadas en los modelos conductuales y todavía no habían descubierto Ellis o Beck. Según este modelo la ansiedad se mantiene por dos tipos de sesgos cognitivos en el procesamiento de la información: sesgo atencional (se prioriza la información amenazante) y sesgo interpretativo (se interpreta la información neutra como amenazante). Nuestro modelo de desórdenes emocionales supone una actualización con respecto al tratamiento habitual de los trastornos de ansiedad, en el que raramente se utiliza una reestructuración cognitiva que tenga en cuenta estos dos tipos de sesgos, así como los principios de la regulación emocional. 

 

Por ejemplo, no basta con decirle a una víctima de violación que acude a nuestra consulta en busca de ayuda “mira, existe una probabilidad muy pequeña de que te violen en nuestra ciudad, porque el número de violaciones que hay al cabo de un año, dividido entre el número de mujeres que hay en la ciudad es muy pequeño; es decir, el porcentaje de violación es de 0.0001”. Ya, esto es cierto, pero ¿y qué?, el problema es que ya la han violado. Aunque la probabilidad de que le vuelva a suceder sea casi nula a ella no le tranquiliza. Entonces, este tipo de discusión cognitiva, puede ser útil para otros casos, pero para este caso no lo es. Es un contrasentido, una falta absoluta de empatía con la víctima, repetir siempre la misma receta porque no se posee otra. Lo que el terapeuta debe tener es muchas más herramientas para hacer reestructuración cognitiva en función del caso de que se trate. Aplicar la misma receta a todos los casos supone desempeñar con poca habilidad nuestro papel de psicólogo.

 

http://ow.ly/wH53B  

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Intervención cognitivo-conductual en los trastornos de ansiedad: una actualización

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En este artículo se expone una propuesta de protocolo sobre planificación de tratamiento para desórdenes emocionales, centrándonos especialmente en trastornos de ansiedad, el cuál incluye las principales fases que debe contemplar un plan de trabajo. Se expone también un modelo de  intervención cognitiva basado en el enfoque de los sesgos cognitivos, en concreto en la Teoría de los Cuatro Factores de Michael W. Eysenck,  desarrollada en los inicios de la década de los noventa. Se trata de una intervención centrada en la reestructuración cognitiva, que se ha inspirado en la psicología cognitiva experimental, y ha encontrado una forma de explicar y tratar los desórdenes emocionales de manera más práctica y eficaz que la intervención cognitivo-conductual basada en los modelos tradicionales.

http://ow.ly/wED59 ;

Antonio Cano-Vindel‘s insight:

La lógica de la propuesta señala que si consideramos los trastornos de ansiedad como un desorden emocional aprendido en el que aparecen reacciones intensas y frecuentes, con experiencia ansiosa desagradable (i.e., malestar psicológico), activación fisiológica intensa (i.e., respuestas autonómicas) y expresión o conducta desajustada (i.e., evitaciones), si adoptamos un modelo cognitivo (sesgos cognitivos) y conductual (condicionamiento directo de respuestas fisiológicas) para explicar este aprendizaje, entonces la intervención psicológica debería ir encaminada a la restauración de la regulación emocional previa al desorden, corrigiendo los sesgos cognitivos de atención e interpretación, disminuyendo la activación fisiológica mediante técnicas de relajación (muscular, respiración, imaginación y sugestión) y reajustando las conductas desadaptadas mediante un entrenamiento por aproximaciones sucesivas y práctica conductual reforzada.

 

            Esta propuesta supone una actualización, especialmente con respecto a la práctica clínica habitual, en la que raramente se utiliza una reestructuración cognitiva basada en los sesgos cognitivos (Eysenck & Derakshan, 1997; Eysenck & Eysenck, 2007) y la regulación emocional (Leahy, Napolitano, & Tirch, 2011) como la que aquí se ha descrito y cuyas bases pueden ser consultadas en otra publicación (Cano-Vindel, 2011a). También supone una actualización respecto al modo de entender la exposición y la práctica de esta técnica.

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