Fobia social: miedo a las reacciones de los demás | EROSKI CONSUMER

Fobia social: miedo a las reacciones de los demás | EROSKI CONSUMER. El miedo a hablar en público y el pánico escénico son dos tipos de fobia social

 

Pulso acelerado, sudoración, temblor de voz o malestar abdominal son algunas de las reacciones que manifiestan las personas que sufren miedo irracional a hablar en público o a salir al escenario. Este último ha saltado hace poco a los medios por afectar tanto a algunos artistas españoles, que alguno se ha planteado abandonar su carrera profesional. Esta respuesta puede alterar la calidad de vida del afectado, ya que sus efectos se propagan al entorno social, laboral y personal. Este artículo describe en qué consisten el pánico escénico y el miedo a hablar en público, dos fobias sociales muy relacionadas entre sí, y, de la mano de los expertos, aporta consejos para hacerles frente.

La fobia es un miedo intenso, persistente y crónico a algo que, en realidad, representa poco o ningún peligro real. Las personas que sufren algún tipo de fobia intentan evitar -por todos los medios- exponerse al estímulo o a la situación que les infunde temor y, si no lo consiguen, experimentan síntomas como taquicardia, tics nerviosos, sudor, sensación de falta de aire, temblores y un intenso deseo de huir, entre otros.

Cuando una persona tiene miedo a ser juzgada por otras, se siente insegura rodeada de estas y ello le impide llevar a cabo actividades, como hablar con ellas en el trabajo o en la escuela o conocer a personas nuevas, puede que sufra uno de los trastornos de ansiedad más común: la fobia social. Según el «Estudio Epidemiológico de los Trastornos Mentales en Europa», la fobia social tiene una prevalencia a lo largo de la vida del 1,2% y el estímulo es siempre una situación social relacionada con ser juzgado, humillado o hacer el ridículo. Según el «Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-V)», de la Asociación Americana de Psiquiatría, el miedo a hablar en público y el pánico escénico están considerados, dentro de los trastornos de ansiedad social, una fobia social específica.

El pánico escénico y el miedo a hablar en público o glosofobia

El miedo a hablar en público puede darse solo, junto con fobia social o formar parte del miedo escénico

Respiración acelerada, sudoración, tensión corporal, sequedad bucal, rubor facial, malestar abdominal o urgencia urinaria, fallos de memoria y confusión de las ideas que se querían exponer, voz tensa, temblorosa o tartamudeo, y miedo extremo al error o al fracaso. Estos son algunos de los síntomas más frecuentes que sufren los afectados de pánico escénico y miedo a hablar en público.

El pánico escénico es un trastorno de ansiedad social extrema, unatimidez agrandada o miedo a las otras personas que puede, incluso, reducir la capacidad de expresarse y modificar la conducta en los afectados. Ante la inminencia de tener que salir a escena o al estrado, la persona se siente realmente mal.

Por otro lado, sufrir algún sentimiento de nerviosismo ante algunas situaciones es normal, como cuando hay quehablar en público (se estima que el 75% de la población lo sufre). Sin embargo, no es lo mismo que tener un miedo irracional, persistente e injustificado, que hace que se evite. Desde la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés, SEAS, informan de que alrededor de un 20% de las personas se activan en exceso y focalizan su atención más en los síntomas de ansiedad que en la tarea de hablar en público, lo pasan muy mal y hacen lo posible por evitarla en el futuro.

Este miedo a hablar en público, denominado glosofobia, puede ser muy incapacitante para la persona y llegar a impedir su desarrollo personal y laboral. A veces, puede darse solo, junto con fobia social o formar parte de un problema mayor (el miedo escénico). El problema estriba en que solo pedirán consejo al especialista aquellos que no puedan evitar hablar en público, entre otras, por cuestiones laborales. Desde la SEAS se insiste en que este problema puede durar toda la vida si la persona no pide ayuda y se somete a tratamiento.

 

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Ocho consejos para superar el miedo escénico y la glosofobia

A menudo se cree que los miedos y las fobias son compañeros perpetuos de viaje y no es así. La ansiedad avisa de situaciones en las que se interpreta que hay que defenderse, pero no debería impedir realizar la actividad normal. Amaya Terrón, psicóloga clínica, aporta ocho consejos para superar el miedo escénico:

1. Evaluar el impacto y la ansiedad que provoca que el discurso no salga perfecto o que a la gente no le guste tanto como a uno le gustaría. A menudo, al hacer este análisis, las consecuencias no son coherentes con la ansiedad que se padece.2. Las habilidades para enfrentarse a un público y dar una conferencia se aprenden, y todas las personas pueden aprender. Cuanto más se practica, más confianza se tiene en uno mismo.3. La respuesta nunca es la huida, ya que solo afianza el problema.4. Cometer errores no es el fin y no significa fracasar. No hay que tenerles miedo y sentirse con la suficiente autoconfianza para que si se cometen, rectificar.5. Pensar en lo que hay detrás de este miedo abre las puertas ante conflictos internos o parte de la psique que hay que trabajar.6. Prepararse bien es clave. Cuanto más se domine el tema, más capacidad de reacción se tendrá ante los imprevistos y mayor seguridad y firmeza.7. La visualización del discurso con una imagen positiva prepara el terreno y nos predispone a seguir lo conocido.8. No pensar en posibles situaciones que estresarían. Es mejor dedicar el tiempo a prepararse y hacerlo bien, que perderlo intentando evitar hacerlo mal. Hay que tener confianza en uno mismos, en que la situación será propicia y en que se será capaz de salir adelante.Contra el miedo: prepararse bien es la clave

Amaya Terrón también explica que la puntualidad es importante; no se puede evitar algo de tensión, pero añadir el no llegar a tiempo, no ayuda. En un discurso o una charla, es importante apoyarse en algún tipo de material, en una presentación, pero no para leerla, sino solo a modo de guía. Si se necesita algún apoyo por escrito está bien e, incluso, leer algo para relajarse y centrarse, pero no debe ser una práctica continuada.

Hay que exigirse en función de las posibilidades de cada uno: las metas tienen que ser difíciles para motivar, pero realistas para no frustrar

Buscar con la mirada a personas del público que tengan unaescucha activa ofrece seguridad y hace sentir bien. Localizar siempre a dos o tres y dirigir la intervención a personas distribuidas en la sala que aporten esta retroalimentación positiva. Si la audiencia es muy exigente o hay luces que deslumbran, se puede fijar la vista al fondo de la sala. Ajustar el discurso a las características del público, si se conoce de antemano y cuidar el lenguaje no verbal: una ligerasonrisa y relajar los músculos antes de entrar en la sala hace que la persona sea percibida de una mejor manera y aumenta la receptividad de los interlocutores.

Otro punto clave es exigirse en función de las posibilidades de cada persona: las metas tienen que ser difíciles para motivar, pero realistas para no frustrar. "Si no se ha preparado con suficiente antelación, no se puede pretender que salga perfecto. Ajustar las expectativas a la realidad siempre es bueno y aprender de los errores cometidos, un avance seguro", especifica Terrón.

También ayuda, según esta especialista, pedir interacción con el público: relaja porque dispersa toda laresponsabilidad y el peso del discurso, se entra en contacto con la gente y vemos que están esperando a que cometamos un error para hacérnoslo saber; la mayoría de los públicos son benévolos porque la gente de forma natural tiene empatía y entiende que se sufran nervios en estas situaciones. "Y si cometemos un error, es mejor parar y rectificar que querer seguir al precio que sea. Reconocer nuestro error nos hace más cercanos y podemos ganarnos el favor del público por ser naturales", apunta.

Hacer pequeños descansos ayuda a ganar la atención del público. Ser amable y dedicar tiempo a la audiencia, incluso preguntarles a ellos, no es mala estrategia en determinados contextos. También hay que ir con cuidado con la velocidad. Hacer un discurso rápido, aparte de ser tedioso, pierde la atención de la gente y es más probable equivocarse. Por eso es fundamental saber el tiempo del que se dispone para concretar ideas y desarrollarlas.

Ser uno mismo

Amaya Terrón insiste en recordar conceptos que son muy importantes en la interacción: presentarse, agradecer la atención y despedirse al acabar. Tampoco hay que olvidar ser uno mismo y no perder la esencia: "Hacer un papel en el que no nos reconocemos nos va a salir mal seguro. Cuando no tenemos que controlar tanto esto, sino que nos permitimos ser nosotros mismos, podemos utilizar esta energía en centrarnos en el contenido", aclara. Y Respirar. "No hay ejercicios más eficientes para relajarnos que la respiración. Antes y durante. Pequeñas pausas en el medio de la exposición para recuperar control y antes para destensar los posibles nervios que podamos traer", puntualiza.

 

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Depresión en el ámbito laboral – Informe de la World Federation for Mental Health

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La depresión es la principal causa de discapacidad en el mundo, y afecta a más de 350 millones de personas. Además de los síntomas más conocidos de este trastorno, como es el bajo estado de ánimo, la depresión tiene otros síntomas cognitivos como son: la falta de concentración, la indecisión o los problemas de memoria, que están presentes la mayor parte del tiempo durante los episodios .

 

Estos síntomas cognitivos afectan a muchos aspectos de la vida del paciente, entre los que se encuentran, el bajo rendimiento en el trabajo y el peor funcionamiento social.

Por esta razón, la Federación Mundial de la Salud Mental (World Federation for Mental Health – WFMH) ha publicado un breve informe: Depresión en el ámbito laboral(Depression in the workplace), en el que hace referencia al impacto que tiene la depresión en el rendimiento laboral y la falta de recursos que tienen las empresas para manejar y ayudar a los empleados con problemas de salud mental.

 

Según los datos presentados en este documento, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha estimado que la depresión tiene una carga superior que otros trastornos psiquiátricos como el trastorno bipolar o la esquizofrenia, y mayor que otras enfermedades como el cáncer. La depresión tiene unos importantes costes socioeconómicos. Se estima que en 2010 este trastorno le costó unos 92.000 millones de euros a Europa, de los cuales aproximadamente 54.000 millones (59%), fueron por costes indirectos, como por ejemplo el absentismo laboral.

Es importante señalar que, aunque la conciencia del problema de la depresión ha mejorado, el estigma asociado con este trastorno permanece. Un estudio paneuropeo hecho por la Asociación Europea de Depresión (EDA), sobre el impacto de la depresión en el lugar de trabajo, mostró que sólo un tercio de los trabajadores con depresión en Europa, le dijo a alguien del trabajo lo que tenían. Las principales razones para guardar silencio fueron el estigma y el miedo a poner su trabajo en riesgo. Además, un tercio de los directores de empresas europeas, refiere que no cuentan con apoyo formal, ni recursos para tratar estos casos.

Por todo esto, es imperativo actuar contra la depresión. Según el informe, hay una serie de acciones que los políticos, empresarios o profesionales de la salud pueden poner en marcha. Estas acciones deben incluir todas las perspectivas: psicoeducativa, de prevención y detección temprana, y de acceso a un tratamiento eficaz.

Según el informe, los empleadores podrían ahorrar al menos el 30% de lo que pierden por falta de productividad y sustitución de las personas con trastornos de salud mental, mediante medidas sencillas de prevención e identificación temprana de los problemas de salud mental en el trabajo. La literatura disponible sobre el impacto del tratamiento psicológico para la depresión, en los costos de productividad de los trabajadores, sugiere que los logros alcanzados en la reducción del absentismo y la mejora de la productividad en el trabajo, compensan los costos del tratamiento.

Además, desde el punto de vista legislativo, existe la necesidad de dar respuesta a los directivos que piden mejores políticas para proteger a los empleados, y unas guías para saber cómo actuar ante un empleado con depresión, ya que la mayoría admiten que no saben cómo actuar. Empleadores y ejecutivos de recursos humanos deben desempeñar un papel de liderazgo, facilitación, asesoría y defensa, para apoyar a los empleados con este problema.

Aún hoy en día, sigue vigente la falsa creencia de que el tratamiento de los trastornos mentales como la depresión, es muy costoso, cuando en realidad se ha comprobado que con iniciativas simples y baratas, el estado de los pacientes mejora mucho, y se reducen considerablemente la carga y los costes en la economía.

Según los datos presentados, vemos que la depresión tiene graves consecuencias en el funcionamiento diario, lo que conlleva unos importantes costes personales y económicos.

Source: www.infocop.es

¿Qué se puede hacer para reducir el impacto de la depresión en el lugar de trabajo?

 

En el informe se plantean diferentes ideas para tratar de abordar este problema:

Es importante enseñar a todas las personas a cuidar de su salud mental para prevenir que desarrollen trastornos como la depresión, proporcionando información sobre el manejo del estrés y la adopción de un equilibrio trabajo/vida saludable.Dar acceso a tratamientos eficaces para el abordaje de los problemas psicopatológicos a toda la población.Hace falta asesorar y dar pautas a los directivos y responsables de recursos humanos de las empresas en el manejo de los empleados con depresión, con el objetivo de facilitar la recuperación y ahorrar costes.Asegurar que las políticas y la legislación que tienen un impacto sobre la salud mental en el lugar de trabajo, contengan medidas específicas para mejorar el bienestar mental, y como mínimo garantizar que la salud mental de los empleados no se vea afectada.

Para el abordaje de toda esta problemática ha nacido: Target Depression in the Workplace (La depresión en el lugar de trabajo), iniciativa europea formada por un grupo asesor de algunas de las empresas más grandes de Europa e internacionales, que trabajan en temas de salud, laborales y de empleo, cuyo objetivo principal es asesorar y apoyar a los profesionales de recursos humanos en toda Europa en el manejo de los trastornos psicopatológicos entre sus empleados.

 

Se puede consultar el informe completo en el siguiente enlace:

Depression in the workplace – World Federation for Mental Health

 

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Agorafobia: miedo a perder el control

Conoce la agorafobia, un trastorno psicológico puede provocar un grado de discapacidad grave y que afecta al 1% de la población española. Efesalud.com

 

El torbellino de ansiedad provocado por un ataque de pánico conduce a algunas personas evitar a toda costa la situación que les ha conducido a ese estado. Descubre en qué consiste este trastorno psicológico que puede provocar un grado de discapacidad grave y que afecta al 1% de la población española.

Su etimología de origen griego, “ágora” plaza pública y “fobia” temor, puede llevarnos a pensar que esta fobia se reduce a los espacios públicos, pero eso no es todo.

La agorafobia se refiere a la evitación y temor ante cualquier situación que puede provocar un ataque de pánico y hace perder el control de la ansiedad, explica Antonio Cano, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS).

La agorafobia puede abarcar todo tipo de situaciones. Desde espacios como grandes superficies donde hay aglomeraciones hasta la intimidad de una cena o el temor a morir de un infarto, pasando por el miedo a viajar en avión o en tren, apunta el experto. Y matiza: “Por lo general, el tipo de situación nuclear es aquella en la que se ha producido un ataque de pánico”.

Desencadenantes

La agorafobia suele ir precedida de otro trastorno, el de pánico, y es más frecuente en los jóvenes.

“Casi todas las personas que tienen un trastorno de pánico tienden a desarrollar agorafobia”, sostiene Cano, quien afirma que aunque es infrecuente, la agorafobia también se puede dar sin este trastorno .

El especialista apunta que no se puede predecir en qué momento alguien va a tener un ataque de pánico. No obstante, existe una serie de factores de riesgo que incrementan la probabilidad de que esto suceda, dando lugar a un trastorno de pánico que después conduzca a la agorafobia:

 

Cabeza de Medusa del escultor italiano Gian Lorenzo Bernini mostrada en Roma. EFE/Alessandro Di Meo

 

Tener estrés intenso y a la vez crónico.

Ser mujer, por razones hormonales y también sociales, el estrés elevado en el hogar y en el trabajo. Tener un síndrome premenstrual severo y tener más cambios hormonales incrementan las posibilidades.

Fumar cigarrillos o marihuana.

Desarrollar temor a la ansiedad y a las sensaciones que se experimentan en un momento dado cuando se está nervioso.

Reactividad fisiológica: durante el estrés hay personas que reaccionan con más activación cardiovascular o de otro tipo, como el rubor o el sudor. “Si una persona empieza a tenerle miedo a esas manifestaciones y les dedica mucha atención, más incrementa la tasa de respuesta que ya está teniendo”.

Síntomas

¿Cómo se llega a tener agorafobia? Antonio Cano explica que los ataques de pánico son una reacción inesperada e inexplicable, surgen con rapidez y alcanzan su punto máximo en apenas diez minutos.

El facultativo indica que “la aparición súbita de miedo o malestar  intenso se puede producir tanto desde un estado de calma como de ansiedad”. Durante este tiempo, se producen al menos cuatro de estos trece síntomas de activación:

Palpitaciones, golpeteo del corazón o aceleración de la frecuencia cardíaca.Sudoración.Temblor o sacudidas.Sensación de dificultad para respirar o de asfixia.Sensación de ahogo.Dolor o molestias en el tórax.Náuseas o malestar abdominal.Sensación de mareo, inestabilidad, aturdimiento o desmayo.Escalofríos o sensación de calor.Parestesias (sensación de entumecimiento o de hormigueo).Sensación de irrealidad o despersonalización (separarse de uno mismo).Miedo a perder el control o a “volverse loco.”Miedo a morir.

El especialista advierte que, tras sufrir el ataque de pánico en una situación determinada, si la persona no recibe ayuda para comprender lo sucedido, surgen dudas y temores que “dan vueltas sobre el problema y aumentan la ansiedad”, y con ello, incrementan las probabilidades de que se repitan.

“Estas personas y aprenden a evitar las situaciones donde se producen los ataques de pánico”, estos se pueden repetir y suelen darse una vez al mes, concluye.

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Source: www.efesalud.com

Tratamiento del pánico y la agorafobia.

 

Tratamiento

El psicólogo apunta que, aunque generalmente las personas con pánico están tomando psicofármacos, “las técnicas que han demostrado ser más eficaces  son las cognitivo-conductuales”, que comienzan por una psicoeducación, la explicación del trastorno y las pautas para evitar que se repita.

Asimismo, para que los ataques no se sucedan “hay que controlar los factores de riesgo”. Los elementos cognitivos juegan un papel decisivo, si se da mucha importancia a los síntomas de activación se crea  un “círculo vicioso” que desemboca en el incremento de las sensaciones de ansiedad y en la evitación de situaciones, lo que impide llevar una vida normal a quien las padece.

El experto señala que la agorafobia afecta al nivel del bienestar psicológico de las personas  y “puede llevar a adquirir un grado de discapacidad importante. Algunas tienen verdaderos problemas para realizar determinados trabajos o para salir de casa”.

Existe un servicio de orientación de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés donde se pueden consultar dudas escribiendo a la dirección: seas.cons@psi.ucm.es

 

Actualmente, se está llevando a cabo un ensayo clínico en las consultas de Atención Primaria (PsicAP) de cinco Comunidades Autónomas (Madrid, Valencia, Castilla-La Mancha, Baleares y País Vasco) que compara el tratamiento psicológico cognitivo-conductual frente al tratamiento psicofarmacológico tradicional, “la hipótesis es que funcionará mejor el tratamiento psicológico, que será más eficaz y eficiente.”

 

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