Las personas que disfrutan de la vida viven más y envejecen mejor

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Tener una actitud positiva frente a la vida y disfrutar de los pequeños o grandes placeres que nos ofrece, no sólo son un seguro para vivir más, sino para tener una vejez más saludable, según un estudio publicado en Canadian Medical Association Journal.

Los mayores de 60 años que declaraban haber disfrutado más de su vida y de las relaciones sociales que mantienen, mayor sensación de felicidad y plena de energía tenían menos deterioro funcional al cabo de 8 años. El estudio, realizado con 3.199 hombres y mujeres de 60 años o más que viven en Inglaterra, ha analizado a lo largo de ocho años el vínculo entre el bienestar emocional y el físico. Diversos estudios previos han mostrado una relación entre un mayor bienestar subjetivo y una mayor supervivencia y menor incidencia de enfermedad cardiaca o ictus. Esta relación es particularmente llamativa para personas con sentimientos positivos como felicidad o capacidad de diversión. Pero se sabía menos sobre la relación entre la sensación de bienestar y el declive físico asociado a la edad. 

MEDIDA DEL BIENESTAR

Los participantes se dividieron en tres categorías de edad: 60-69, 70-79 y más de 80. Para evaluar cuánto disfrutaban de la vida los participantes tenían que puntuar de 0 a 4 las siguientes preguntas: «Disfruto de las cosas que hago», «Me gusta estar en compañía de otros», «En conjunto, miro el pasado con una sensación de felicidad» y «Me siento lleno de energía estos días». Estas cuatro cuestiones constituyen la subescala del placer de un test denominado CASP-19, que mide la calidad de vida. 

Además, los investigadores utilizaron entrevistas personales para determinar si los participantes tenían deficiencias en las actividades de la vida diaria (AVD), que incluyen los ámbitos del autocuidado, trabajo y ocio y son un indicador del grado de independencia. Para evaluar estas áreas se tuvo en cuenta su capacidad para levantarse de la cama, vestirse, bañarse o ducharse sin ayuda. 

PASO LIGEROS, MEJOR SALUD

Se midió también la velocidad al caminar a medida que se cumplen años, ya que se considera un indicador de posibles trastornos neurológicos asociados a la edad. Ligeros cambios en la marcha, como la ralentización o el desarrollo de una zancada variable, se han propuesto también como indicadores tempranos de la enfermedad de Alzheimer. 

Las conclusiones del estudio indican que disfrutar de la vida garantiza una mayor independencia en las actividades de la vida diaria en la vejez así como mantener un paso más rápido, en comparación con las personas que encuentran menos placeres en el día a día. «Las personas mayores que son más felices y disfrutan más de la vida muestran descensos más lentos en su estado físico a medida que envejecen», señala Andrew Steptoe, primer autor del artículo. «Estas personas son menos propensas a desarrollar problemas en las actividades de la vida diaria, como vestirse, acostarse o levantarse de la cama sin ayuda, y su velocidad al caminar también disminuye a un ritmo más lento».

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EL RANKING DEL BIENESTAR

Los participantes del grupo de 60 a 69 años tenían niveles más altos de bienestar, igual que los que habían tenido una mayor educación y nivel socioeconómico, los que estaban casados o los que aún permanecían en activo. Las personas aquejadas de enfermedades crónicas (del corazón, diabetes, la artritis, accidentes cerebrovasculares, o depresión) disfrutaban de la vida en menor medida. 

Según el estudio, las personas con niveles más bajos de bienestar percibido son tres veces más propensas a desarrollar problemas en sus actividades físicas diarias. La causa de estas diferencias "no se debe a que las personas más felices estén más sanas, sean más jóvenes, más ricas, o tengan estilos de vida más sanos, ya que cuando tenemos en cuenta estos factores, la relación entre satisfacción con la vida y envejecimiento más saludable se mantiene", aclara Steptoe.

Autor:   Pilar Quijada. FUENTE | ABC Periódico Electrónico S.A.

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España es el segundo país de la UE con más esperanza de vida, según la OCDE

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Los nacidos en España tienen una esperanza de vida de 82,4 años, la segunda más alta de la Unión Europea tras Italia (82,7) y por delante de otros países como Francia (82,2), Reino Unido (81,1) o Alemania (80,8), según la última edición del informe…

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Pero aunque la esperanza de vida en los países de la OCDE está creciendo, también lo hace la carga de enfermedades crónicas, como la diabetes o la demencia. En España, el 6,5 por ciento de los ciudadanos de 20 a 79 años padecen diabetes, frente al 7 por ciento de la media de los países desarrollados. En cuanto a la demencia, el 6 por ciento de los mayores de 60 tienen diagnosticada alguna, frente al 5 por ciento de la media OCDE.

   Por otro lado, la tasa de hospitalización en adultos por 100.000 habitantes por asma es de 40, cifra inferior a los 50 de media de la OCDE. Para la diabetes, la tasa es inferior a 100, frente a los 150 de media de los países desarrollados.

   En consumo de tabaco, España presenta un porcentaje de adultos fumadores diarios ligeramente superior a la OCDE (23,9% frente a 20,9%), si bien el informe muestra como la tasa de fumadores se ha reducido un 25 por ciento en la última década.

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Burden of Depressive Disorders by Country, Sex, Age, and Year: Findings from the Global Burden of Disease Study 2010

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Depressive disorders were a leading cause of burden in the Global Burden of Disease (GBD) 1990 and 2000 studies. Here, we analyze the burden of depressive disorders in GBD 2010 and present severity proportions, burden by country, region, age, sex, and year, as well as burden of depressive disorders as a risk factor for suicide and ischemic heart disease.

Burden was calculated for major depressive disorder (MDD) and dysthymia. A systematic review of epidemiological data was conducted. The data were pooled using a Bayesian meta-regression. Disability weights from population survey data quantified the severity of health loss from depressive disorders. These weights were used to calculate years lived with disability (YLDs) and disability adjusted life years (DALYs). Separate DALYs were estimated for suicide and ischemic heart disease attributable to depressive disorders.

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Depressive disorders were the second leading cause of YLDs in 2010. MDD accounted for 8.2% (5.9%–10.8%) of global YLDs and dysthymia for 1.4% (0.9%–2.0%). Depressive disorders were a leading cause of DALYs even though no mortality was attributed to them as the underlying cause. MDD accounted for 2.5% (1.9%–3.2%) of global DALYs and dysthymia for 0.5% (0.3%–0.6%). There was more regional variation in burden for MDD than for dysthymia; with higher estimates in females, and adults of working age. Whilst burden increased by 37.5% between 1990 and 2010, this was due to population growth and ageing. MDD explained 16 million suicide DALYs and almost 4 million ischemic heart disease DALYs. This attributable burden would increase the overall burden of depressive disorders from 3.0% (2.2%–3.8%) to 3.8% (3.0%–4.7%) of global DALYs.

GBD 2010 identified depressive disorders as a leading cause of burden. MDD was also a contributor of burden allocated to suicide and ischemic heart disease. These findings emphasize the importance of including depressive disorders as a public-health priority and implementing cost-effective interventions to reduce its burden.

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